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Modelos del capital

Por Conrado Yasenza*

 

Nota publicada originalmente en Miradas al Sur - Año 7. Edición número 321. Domingo 13 de Julio de 2014

http://sur.infonews.com/notas/modelos-del-capital

 

 

Cómo no expresar lo mismo que ya se ha dicho desde que se conoció el fallo de la Suprema Corte de Justicia estadounidense sobre el intento de “Default Griesa”, como lo denominó Alfredo Zaiat, sobre nuestro país. Cómo hallar la grafía que represente el fiero sonido del vuelo buitre antes de abalanzarse sobre su presa, no abatida, no transformada en vil carroña. Cómo diferenciar el capitalismo bueno del malo como si se tratara del análisis médico-clínico de un laboratorio que jamás cesa de experimentar para reinventarse; habría un HDL productivo, industrialista, redistributivo que limpie las arterias de la obturada “burguesía nacional”, o se trata del imperio del LDL buitre que enferma la sangre de las naciones, produciendo sistémicas hemorragias por las que expirarían las expectativas de vida de un sistema endogámico, tan circular como la cinta de moebius, esa cadena sin fin que se ha convertido en el símbolo del reciclaje mundial.

 

Miles de líneas escritas sobre el Blindaje, el Megacanje, el default de deuda de 2001 y los bonos de deuda soberana sin jurisdicción legal propia, comprados a precio de baratija para luego obtener ingentes ganancias de arpías y pillajes. Y se ha comprendido la diferencia de un bonista que invierte aceptando las leyes de la oferta y la demanda frente a quienes no invierten sino que extorsionan utilizando las herramientas que caracterizan a ese sistema que enarbola como estandartes la oferta y la demanda. Y el problema no es menor, porque de lograr afianzar el objetivo del llamado “modelo”, iniciado en 2003 por el kirchnerismo –modelo que se intentó durante el gobierno de Raúl Alfonsín cuando su ministro de Economía era Bernardo Grinspun, o más lejos aún, con el capitalismo productivo-industrialista establecido por el justicialismo hace setenta años– habrá que definir qué es el modelo y para qué sirve. Es decir, y sin olvidar las espesas ramificaciones de la ola globalizadora, precisar si ese modelo o programa político tiene por objetivo la reproducción de economías que combinen la preeminencia agro-industrial con una débil industria, que se basa en la producción y venta de automóviles, la armaduría austral de artefactos tecnológicos de alto y sofisticado consumo, los cuales requieren de importaciones de elementos de improbable –por no redituable– fabricación nacional junto a la importación de energía para el sostenimiento de ese complejo ramaje industrial a medias. Sumémosle la gran concentración de la economía nacional en manos de multinacionales a las que el país sólo les interesa si les es beneficioso; esto es, si pueden girar grandes cantidades de remesas a sus casas matrices sin pagar un solo peso; si además poseen puertos y como si fuera poco, si pueden adueñarse casi sin que las sociedades lo perciban, de riquísimas porciones de tierra.

 

Definir un modelo o programa político, o su profundización, o su sintonía fina, requiere abrir este debate. Un capitalismo que se sustente en la producción, el consumo y la redistribución de las riquezas entra en contradicción con esa zona abisal donde habitan las especies que mejor se adaptan a esas condiciones “ambientales”. Un modelo, aunque esta palabra es ya arcaica o deficitaria, nacional, debe interpelarse e interpelar a las organizaciones políticas y sociales afines, sobre la necesidad de revisar los Tratados Bilaterales de Inversión firmados en los años noventa, con sus prórrogas de jurisdicción a favor de árbitros o tribunales extranjeros. Es imperioso evitar el perturbador canto de sirenas destinado al engaño: Una vez vencidos, o a medida que los tratados venzan, no deben ser renovados. Y esto abre otra discusión imprescindible. Esta revisión debe alcanzar a los tratados que firme YPF con Chevron, o los que acuerden las provincias por sus recursos energéticos y minerales (la Provincia de Chubut y Panamerican por Cerro Dragón, por ejemplo). Son debates necesarios pero complejos por los intereses particulares que, parece, ejercen más peso que el interés nacional. Discutir este esquema de modelo productivo nacional implica también establecer parámetros más firmes de impuestos a las transacciones financieras. Exige, a su vez, analizar la estructura de la economía nacional que ha permitido la reaparición de la restricción externa y déficits por importación de energía.
Discutir un proyecto político supone priorizar el debate serio y no las fantochadas de reflejo republicanista a las que asistimos. Merece otro nivel de argumentación, de estudio de los aspectos esenciales de los temas que aquí se expusieron, o que se intentaron abordar, ya que quien escribe estas líneas no es economista –ni pretende serlo–. La chicana fácil, el escándalo de nivel inicial, la utilización casi como único recurso, de la mentira y la confusión (un ejemplo más que claro: mezclar en un cóctel de horadación asegurada, la deuda privada con la deuda intra-pública) son las peores armas para intentar abrir la discusión sobre el futuro.

 

Es tiempo de mundial de fútbol y Dios o Francisco nos libren del final abierto de la competencia globalizada. Sí es necesario decir con claridad que la grave situación a la que nos arrojó el fallo del juez del distrito de Wall Street, Thomas Griesa, está siendo comandada con firmeza e inteligencia por el equipo económico del gobierno argentino que conduce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El apoyo suscitado en el Grupo de los 77+China, en la Celac, en Unasur, en la OEA, Parlasur (órgano legislativo del Mercosur) y, nuevamente esta semana, en la Asamblea de la Unctad en Ginebra, más los editoriales de diarios conservadores como el Financial Times, refutan las publicaciones locales que intentan caracterizar al ministro de Economía y su equipo, y a la Presidenta, como bufones de una Corte que busca desesperadamente el repliegue en las alturas de una alcoba inescrutable, o ecuyeres mareados de un circo en decadencia.

 

Horacio Vertbisky lo expresó con maestría en su nota “El hobby del lobby” (Página/12, domingo 6 de Julio último): “La decisión argentina de depositar el pago en la cuenta del BoNY tal como lo hizo con todos los vencimientos anteriores de la deuda reestructurada rompió la comunidad de intereses que el fallo había creado entre bonistas de todas las especies y bancos intermediarios y en cambio introdujo una cuña entre ellos. Con un dejo de realismo, Griesa autorizó al Citibank a pagar en dólares a los bonistas del canje en Buenos Aires. Pero como era de esperar, la Caja de Valores Euroclear reclamó lo mismo, para cumplir con los europeos que poseen bonos argentinos emitidos según la ley de Londres y Cardiff… Si se negara, provocaría un aluvión de reclamos por esa extralimitación, cosa que la Argentina se encargó de recordar en su comunicación a Euroclear: la cadena de pago de esos bonos emitidos en euros no pasa por Estados Unidos y el Banco de Nueva York que interviene está constituido en Luxemburgo, por lo que el juez de Wall Street no debería tener voz ni voto en la cuestión. Pero si aceptara que los bonistas europeos cobren su parte, igual que los que se rigen por la ley argentina, los únicos que no recibirían nada serían aquellos que reestructuraron su deuda según la ley de Nueva York... Como lo advirtió el diario The New York Times, si los países prefirieran endeudarse en Londres se generaría un gran problema. Esto menoscabaría el rol de Nueva York como centro financiero mundial y podría tener “un efecto perjudicial sobre el rol sistémico del dólar estadounidense”.

 

Sobre este aspecto es que viene trabajando el equipo de abogados y economistas argentinos. Una estrategia hábil, pensada, diagramada, que de prosperar –como lo viene haciendo– dotaría de vitalidad al germen que pone en riesgo al propio sistema financiero y que él mismo ha creado: Los Fondos Buitre.

 

Termino esta breve e incompleta columna con una idea que hoy todavía me interroga: Hegel sostiene que poner a un verdugo como sufriente y al sufriente como verdugo no cambia la historia de la humanidad, es hacer que el que sufre goce y el que goza sufra. Mientras exista el rol de verdugo y de sufriente no hay felicidad social. Y cito a Vicente Zito Lema: “De lo que se trata es de un cambio mucho más profundo, la ilusión de un mundo verdaderamente humano, que no es por supuesto el mundo en que vivimos hoy”. Aunque estemos tratando, con contradicciones, avances y retrocesos, errores y aciertos, de por lo menos, acercarnos a la ilusión.

 

 

*Periodista. Director de la Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene

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