ElBarullo de Conrado Yasenza
Apuntes criticos y no tanto

Acerca del debate sobre la resignificación de la ex ESMA
Los actos y sus consecuencias
Por Conrado Yasenza*
El debate sobre cómo se resignifica el espacio de la ex Esma está abierto. Algunos sostienen, sin embargo, que no hay debate válido ya que no hay resignificación posible; lo posible es la Memoria y honrarla, nada más. Este argumento, aunque pertinente, obtura una elaboración colectiva que debe tener como actores sustanciales a los sobrevivientes y víctimas de la detención y tortura durante la dictadura cívico-militar, como también a aquellas Organizaciones que son herederas de esa memoria, como por ejemplo, HIJOS.
El hombre, animal simbólico, ha recurrido desde los pretéritos tiempos atenienses (las Tragedias son un claro ejemplo de ello, aunque en este artículo no ahondaremos específicamente en su función social) al plano de lo simbólico y de la alegoría como metáfora de profundos, complejos y acuciantes temas o problemas que acontecen en las sociedades humanas.
Digamos sí, que lo simbólico tiene una relación profunda con las elaboraciones culturales y experienciales de una sociedad. Desde una concepción semiótica de la cultura lo simbólico conforma el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, "formas simbólicas". Estas formas simbólicas pueden expresarse en acciones, acontecimientos o formas relacionales que se dan en el conjunto de los procesos sociales de significación y comunicación.
Partiendo de lo dicho hasta aquí, me permito plantear la necesidad de volver al debate sobre la resignificación o reelaboración de los espacios de la Memoria del terror en la Argentina, centros clandestinos de detención, de supresión de la identidad y de eliminación de la condición misma de humanidad; sombrías y tabicadas catacumbas de tortura, asesinato y desaparición de personas. Y me refiero puntualmente a la ex ESMA (He aquí los problemas del lenguaje, de su estructuración como lengua que nos habita y por medio de la cual somos hablados. ¿Los Centros Clandestinos de Detención pueden tornarse en ex Centros, tal como una fábrica puede convertirse en Ex para pasar a ser, por ejemplo, una Universidad o un Centro de Convenciones? ) Para volver al punto nodal que, con limitaciones intelectuales y epocales, intento debatir, vale realizar la siguiente aclaración:No estoy en desacuerdo con que en ciertas áreas de lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada, se realicen manifestaciones artístico-culturales; sólo planteo una atención especial a hechos, actos, que han herido, han sensibilizado a quienes han padecido el más temible de los horrores como lo es la despersonalización y reducción al estadio de animalidad del ser, la tortura y el miedo que queda registrado en el cuerpo de quienes han logrado sobrevivir al exterminio. Vale recordar siempre lo que el gran León Rozitchner ha dicho sobre estos padecimientos: El cuerpo guarda la huella, la memoria del terror.
En ese sentido no propongo la pax de los cementerios, paz que siguiendo el razonamiento de León Rozitchner – reducido en la síntesis conceptual anteriormente expresada – solo redundaría en una continuación o profundización de ese miedo internalizado a nivel individual y colectivo y que serviría a los fines de asegurar el disciplinamiento social que el terror o el miedo logran establecer; sólo propongo estar atentos a acciones que conllevan consecuencias físicas y emocionales para un gran número de connacionales que pueden sentirse dañados en su memoria (total: psíquica y corporal). Es justo decir también que se han resguardado espacios centrales para la memoria dentro de la ESMA, o ex Esma, y que forman parte del circuito de las visitas guiadas como lo son Capucha, Capuchita, el Casino de Oficiales y otros sectores.
También es justo hacer el reconocimiento a la decisión política del Kirchnerismo de conservar el predio que tenía destino de demolición en la propuesta final del proceso político menemista, hecho éste que hubiera significado una exaltación del olvido que estuvo precedida por los indultos y las leyes de impunidad. Quizá, y ya en una especulación que algunas señales políticas podrían avalar, cabe imaginar un destino de “emprendimiento o desarrollo inmobiliario” en el poder de decisión de las derechas liberales expresadas con cierta vulgaridad por el macrismo.
(Digresión, creo, válida: La primera vez que concurrí a la ESMA o ex ESMA, tuve la honda percepción de sentir la presencia de esos rostros, cuerpos y almas ausentes, y ya entonces no pude sentir otra cosa que un profundo estremecimiento. Recuerdo que había un recital de Liliana Felipe, extraordinaria pianista y compositora, quien regresó al país, luego de su largo exilio mexicano, para estar allí, y no pude ni siquiera escucharlo. Me quedé sentado en una escalinata frente al mástil sin bandera del patio central. Ya sé, no valen las vivencias propias e individuales para argumentar. Pero fue tal como lo describo)
Ahora vamos al hecho propulsor del malestar. La connotación simbólica del asado asociada al horror, vuelve evidente que ese acto, “hacer un asado”, posee una potencia tal que puede verter sal sobre la herida aun no curada, cerrada. Se puede sostener entonces una solución reduccionista: No hacer asados en lo que fue la ESMA, por lo menos hasta que este debate se salde. Pero, incluso, si se tomara esta decisión el eje central del dilema no estaría resuelto. Y si como escuché en estos días, hay un sector de los compañeros sobrevivientes que no han aceptado el debate ni la convocatoria a él, aquel dilema se complejiza por lo que habrá que intentarlo nuevamente ofreciendo señales que hagan mermar la afrenta a esa herida que esos compañeros han sentido. Insisto: No me opongo a manifestaciones artístico-culturales, sólo a un aspecto de esta conversación que debe reponer el sentido de la huella que el terror dejó como marca colectiva muy definida y que por su peso simbólico amerita ser tenida en cuenta.
Entonces, y para no olvidar que este artículo proviene de una polémica social que expone o deja en evidencia el complejo entramado de aspectos colectivos e individuales que las políticas de Memoria, Verdad y Justicia portan en su interior, no debiera producirse una relación de proximidad entre la recuperación y presencia de la memoria del terror con registros o acciones del orden de lo festivo en el sentido de la necesidad de vincular esa memoria a una suerte de escena que exorcice lo mefistotélico, y que podría su vez, remitirnos a una suerte de divertimento. Tal vez sea necesario repensar eldivertimento asociado al aturdirse. O al aturdimiento, que no produce alegría y menos aún, una clara concientización personal y colectiva del dolor. Y en ese sentido algo bien concreto: El hacer asados en la ESMA, o ex ESMA, remite de modo irreductible a las torturas, la picana eléctrica y al asesinato de los detenidos-desaparecidos allí. También nos dirige a la horrenda imagen - para quienes no vivimos ese tiempo de muerte absoluta ni estuvimos detenidos o desaparecidos - a los torturadores realizando sus asados durante los descansos o cuando se festejaba algún tipo de "celebración" que implicaba la incineración del cuerpo atormentado, violado y asesinado. Esa es la fuerza negativa de lo simbólico, el símbolo que hiere. Y por ello, es suficiente para replantearse esa concreta forma de celebración en ese definido y sensible espacio.
Queda así expuesta la posibilidad de discutir el aspecto festivo ligado al divertimento o la celebración, y a la utilización de espacios tan simbólicamente fuertes que requieren cierta exigencia de cuidado.
Apelo, para profundizar la reflexión, al siguiente párrafo que pertenece a la última novela escrita por Ricardo Piglia, “El camino de Ida”: “El mal es eso: no hacerse cargo de las consecuencias de los actos. Las consecuencias, no los resultados... El problema perpetuo es cómo ligar el pensamiento a la acción". Un desafío colectivo.
*Periodista. Dtor. de La Tecl@ Eñe, Revista de Cultura y Política http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
