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Por Conrado Yasenza*

 

 

 

¿Todos los días hay algo para decir, sobre lo cual opinar? ¿Es sostenible esta compulsión a ser opinión? ¿Esa compulsión - y esto sí es un oxímoron - conlleva algún tipo de reflexión que no esté mediada por el sentido común y quien lo forja? ¿Todos somos peritos, fiscales, investigadores, forenses, periodistas, buenos periodistas, malos periodistas, opinadores en falsa escuadra exhibidos y exhibiéndonos como si la vida social fuera siempre una mesa de café, el salón de la peluquería, el almacén o el kiosco de diarios? ¿Intentan los medios que la vida social sea siempre esto? ¿La opinión pública es pública o es una faceta más de la mercantilización de los sujetos dentro de la dinámica capitalista que todo lo objetiviza? No hay periodismo: Hay mercancias que se venden como información según el grado de "impacto" que ellas tengan sobre el sujeto social vuelto objeto de las transacciones, del mercadeo comunicacional que opera sobre el segmento en el que cada quien tenga las mejores competencias, sin que la calificación augure la calidad de las mismas. A mayor poder comunicacional mejores condiciones de ofertar algún capital simbólico por más vulgar o dañino que éste sea. Así es el mercado de la información: Una exuberante feria en la que opinadores de de toda laya se acompañan en la ilusión de una sociedad técnicamente informada. El ser siendo opinado y opinable. El ser siendo opinión.

 

*Periodista

 

 

 

17 de junio de 2013

El ser opinión

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