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Percibo en Nelson Castro, luego de haberlo visto y escuchado ayer a la noche en "palabras más, palabras menos", en TN, una propensión a lo maníaco, afección manifestada en una actitud verborrágica que se expresó en un temor abismal a los espacios vacíos, a los silencios; esa actitud maníaca también afloraba en la expresión corporal, inquieto Castro, con rictus de incomodidad ante la pregunta incómoda, ante el desacuerdo y también ante la re-pregunta. Pero además, en la confluencia del conjunto de la gestualidad y el discurso que describo, se avizoraba anoche, con claridad, una inclinación perversa que apelaba a la figura del juez ecuánime y moralizante, que cree que el deber del periodista es juzgar con la balanza y su fiel equilibrado cuando la función del periodista - por otro lado figura sobrevalorada en nuestra sociedad - es informar con rigor y claridad y cuando estos elementos existen, analizar desde la ética que Castro violó, con la perversión de quien disfruta el efecto de la ponzoña inoculada, cuando le diagnostica a la Presidente de la Nación, por televisión y desde la gráfica cruel, un padecimiento mental en primera instancia y anoche un desequilibrio emocional. Algo de Castro se ensombrece, algo que se vislumbró en el cierre de la entrevista, momento en el que se aceleraron todos sus tics gestuales, momento televisivo en el que se esforzó, sobreactuó por dar la apariencia de sumo equilibrio mientras su discurso cobraba una velocidad comparable a esa aceleración gestual. Algo en Castro se torna cada vez más siniestro. Y él lo sabe.

 

 

*Periodista. Dtor. de la revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene

 

Algo ensombrece a Nelson Castro.

 

 

 

 



Por Conrado Yasenza*.

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